La inteligencia artificial sacude las aulas: Entre la capacitación de docentes y las nuevas reglas contra el fraude

La inteligencia artificial sacude las aulas: Entre la capacitación de docentes y las nuevas reglas contra el fraude

La realidad en las aulas está cambiando a pasos agigantados y la inteligencia artificial (IA) ya no es un cuento de ciencia ficción, sino un invitado permanente en los pupitres. Ante este panorama, tanto en las universidades de Estados Unidos como en las escuelas de Corea del Sur, las autoridades educativas están moviendo sus piezas para que esta tecnología no se les escape de las manos.

Catedráticos y personal de Penn State se preparan para el inicio de año

Para arrancar el 2026 con el pie derecho, la Universidad de Penn State ha lanzado una invitación a todo su personal docente y administrativo, especialmente a los que trabajan en los planteles del Commonwealth. El objetivo es claro: participar en el “Commonwealth Connections Instructor Day”, un evento virtual que se llevará a cabo el próximo 7 de enero a través de la plataforma Zoom.

De una a cuatro de la tarde, los participantes se meterán de lleno a analizar cómo la IA está transformando la enseñanza. Lo interesante de esta jornada es que no será solo una charla teórica. Habrá un par de mesas redondas donde los instructores y, sobre todo, los estudiantes, contarán sus experiencias reales. Los organizadores saben que, para tomar buenas decisiones en el salón de clases, primero hay que entender cómo los cipotes están usando estas herramientas en sus tareas y exámenes.

Este tipo de encuentros se vienen haciendo desde enero de 2021 al inicio de cada semestre. La idea es que los maestros escuchen de primera mano lo que los alumnos prefieren y necesitan. Al final, lo que se busca es que el éxito estudiantil vaya de la mano con un uso responsable y ético de la tecnología, algo que es prioridad para la oficina del rector.

Mano dura en Corea del Sur contra el uso no declarado de la IA

Mientras en Pensilvania se dialoga, en el otro lado del mundo, en Corea del Sur, la cosa se puso más seria. A partir del próximo año, los estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato que entreguen trabajos hechos por una IA como si fueran propios, podrían enfrentar sanciones graves. Si no documentan bien que usaron estas herramientas, las autoridades podrían considerar que cometieron un fraude académico.

El Ministerio de Educación de aquel país soltó las nuevas reglas de juego este 23 de diciembre, bajo el nombre de “Plan de Gestión para el Uso de la IA en Evaluaciones de Desempeño”. Todo este revuelo surge después de que en Seúl sancionaran a un estudiante de secundaria por usar inteligencia artificial para resolver una evaluación. La idea del Ministerio no es prohibir la tecnología por completo —eso sería tapar el sol con un dedo—, sino guiar a los alumnos para que la usen como un apoyo educativo y no para que les haga todo el trabajo.

Las tres reglas de oro para los estudiantes

El plan coreano se basa en tres pilares que las escuelas deben seguir al pie de la letra si deciden permitir la IA. Primero, la herramienta debe ser solo un suplemento que no afecte la justicia ni la confiabilidad de las notas. Segundo, las evaluaciones tienen que demostrar que el alumno pensó por sí mismo; por eso, los maestros deberán observar más de cerca las actividades en vivo.

Finalmente, los centros educativos tienen la obligación de dejar bien claro qué está prohibido y qué no, avisándoles con tiempo tanto a los cipotes como a los padres de familia. Por ejemplo, un estudiante puede usar la IA para investigar un tema, pero tiene prohibido copiar y pegar textos o imágenes generadas por la máquina. De hecho, si usan algún programa de estos, tendrán que entregar un reporte detallado que diga qué software usaron y para qué.

Fíjese bien que, aunque estemos hablando de contextos muy diferentes, el reto es el mismo en todos lados. La educación está en una encrucijada donde la tecnología avanza más rápido que los reglamentos, y tanto maestros como alumnos están aprendiendo a navegar en estas aguas que, por momentos, se ponen bastante profundas.