Domingo Faustino Sarmiento, una figura clave en la historia de Argentina, no solo destacó como maestro, gobernador y presidente, sino también como prolífico escritor. A lo largo de su vida, Sarmiento publicó más de 15 libros en los que plasmó sus ideas, analizó la realidad de su país y expuso su postura ante los desafíos sociales y políticos de su tiempo, especialmente en la dicotomía entre civilización y barbarie.
Su carrera literaria comenzó en 1843 con la publicación de “Mi defensa”, una obra donde Sarmiento se dirige directamente a la opinión pública con el objetivo de aclarar ciertas acusaciones que lo relacionaban con actividades delictivas. En este libro, el autor hace referencia a diversas lecturas que lo influyeron profundamente y que lo inspiraron a inscribir su propio nombre en el ámbito intelectual.
Sin embargo, el mayor impacto de Sarmiento como escritor llegó en 1845 con “Civilización y Barbarie”, también conocido como “El Facundo”. Este libro, ampliamente debatido en instituciones académicas hasta la actualidad, representa la visión ideológica de Sarmiento y su interpretación de la historia y sociedad argentina. La obra se centra en la figura de Facundo Quiroga, un influyente caudillo y líder militar de La Rioja que jugó un papel fundamental durante las guerras civiles de Argentina en las décadas de 1820 y 1830. Quiroga, símbolo de los ideales federales, sirve en la obra como representación de la “barbarie” que Sarmiento asocia con la vida rural y el atraso.
“El Facundo” va mucho más allá de la biografía de Quiroga; el libro es una crítica profunda a las estructuras políticas, económicas y sociales de América Latina en la época. Sarmiento compara de manera constante su concepto de “civilización”, que él asocia con Europa, Norteamérica y las ciudades, con la “barbarie”, representada por la cultura rural y los caudillos como Quiroga y Rosas. Para él, la civilización estaba ligada al progreso y la modernización, mientras que la barbarie simbolizaba el estancamiento y el atraso.
Sarmiento plantea que, en figuras como Quiroga, se refleja no solo la identidad de un líder, sino también una manifestación de las particularidades de la vida argentina, forjadas por las condiciones de colonización y el terreno inhóspito. En el capítulo final de su obra, Sarmiento deja claro su anhelo de un futuro argentino regido por un gobierno unitario, con un enfoque en la modernización y el desarrollo cultural.
Así, los escritos de Sarmiento ofrecen una ventana a sus pensamientos sobre la sociedad argentina y sus críticas hacia los modelos que consideraba anticuados o limitantes para el desarrollo de la nación. A través de su literatura, Sarmiento dejó un legado que aún hoy es motivo de reflexión y debate, reflejando su visión para una Argentina que pudiera superar las barreras de su tiempo y alcanzar un nivel de civilización alineado con las potencias de Occidente.